La evidencia abruma
El agente Johnson, con expresión severa, sacó un pequeño aparato de reproducción. “Tus palabras, Steve”, dijo, pulsando play.

La sala se llenó con la voz de Steve, detallando el robo del anillo. Junto a la grabación, se mostraron fotografías del anillo robado junto con documentación del museo.
Las pruebas innegables dibujaban un cuadro claro, dejando a Steve acorralado y abrumado.