Pillados con las manos en la masa
Los agentes, con sus placas relucientes, atravesaron rápidamente el bar. En cuestión de segundos, rodearon a Steve, que levantó la cabeza con cara de incredulidad.

“Steve Thompson, queda detenido”, declaró el agente Davis, esposándole. El bar se llenó de murmullos y jadeos mientras Steve, aún en estado de shock, era conducido lejos, dándose cuenta de la gravedad de su confesión.